martes, 9 de junio de 2009

DEFINICIÓN DE PERSONA ADULTA

Etimológicamente la palabra adulto significa “el que ha crecido”.

La adultez se considera como periodo evolutivo más largo y característico de la vida de la persona, si bien posee diversas definiciones, todas ellas sujetas a relevantes variaciones culturales que conllevan connotaciones muy diferentes.

En nuestra cultura, por adulto/a se entiende a la persona que ha dejado de crecer y se encuentra situado entre la adolescencia y la vejez. En esta perspectiva, predominan el aspecto fisiológico y biológico. Asimismo, precisar a qué edad puede fijarse el final de este crecimiento orgánico es difícil, pues la evolución del organismo, como sabemos, es continua, por lo que sí que se puede distinguir un adulto de un joven y un anciano, pero no podemos saber en qué momento exacto comienza el individuo a llamarse adulto.

Desde el punto de vista antropológico, este término se muestra algo relativo, pues está supeditado al pensamiento o idea propia de la colectividad de referencia. En esta línea, podemos comprobar que mientras que en nuestra sociedad moderna consideramos el hecho de ser adulto cuando se deja de ser joven, en las sociedades antiguas y en las primitivas, sin embargo, la juventud no existe, no se pasa de niño a adulto, y no suele separarse la adultez de la ancianidad, pues al anciano también se le considera adulto.

Jurídicamente, este concepto determina lo que conocemos como la mayoría de edad, es decir, la edad que, según la ley, debe tener un sujeto para poder “disponer de sí”, para decidir sobre sus intereses. Argumenta que el individuo vive y actúa en la sociedad según su propia responsabilidad y no bajo la tutela de otros. Así pues, dicha mayoría de edad está determinada por diversos criterios (psicológicos, sociales, políticos y culturales) y por la ley, y varía según la época, el lugar y el medio social. En este sentido, en la mayor parte de Occidente, se llega a la mayoría de edad a los 18 años, y lleva consigo el derecho al voto.

A nivel pedagógico, la diferencia más evidente entre la persona adulta y el menor de edad está en el hecho de que la principal función social de éstos últimos es la asistencia a la escuela, mientras que la persona en edad adulta está sujeta a otras funciones prioritarias.

Desde el punto de vista psicológico se emplea como sinónimo de madurez de la personalidad como estado ideal. Podemos entender por persona madura como la persona responsable de la propia conducta que posee plenitud de juicio, serenidad y dominio de sí mismo y que actúa de forma autónoma y realista. Así pues, muchos psicólogos estiman la adultez como un estado, meta o aspiración de definición compleja, pero equivalente al de una personalidad madura, que, para Allport (1978) significa que la estructura del ser adulto está compuesta de una serie de rasgos, tales como: extensión del sentido de sí mismo, capacidad de establecer relaciones con otras personas, estabilidad emocional y aceptación de sí mismo, realismo en la percepción y actuación, objetividad en el propio conocimiento y posesión de un proyecto de vida.

En el sentido social, por su parte, generalmente se considera persona adulta a la que persona integrada y que ocupa un puesto en la sociedad, lo que lleva consigo determinadas responsabilidades y derechos. En este contexto, esta situación supone el hecho de haber superado un proceso que se desarrolla a lo largo de las diversas etapas anteriores de su vida, como son la infancia, la adolescencia y la juventud, dentro del ámbito familiar, escolar y el grupo de iguales.

En conclusión, en mi opinión, todas estas definiciones en conjunto describen una etapa fundamentalmente interesante de la vida humana.


Tras conocer los testimonios de tres personas en diferentes etapas de su vida (adultez temprana, media y avanzada, respectivamente), he podido llegar a la conclusión de que hoy día existen más oportunidades de formación en las personas adultas que antaño. Al preguntar a una persona ubicada en la etapa de adultez media (49 años) qué es ser adulto, afirma que esta etapa de la vida significa el paso a la madurez, a poseer la capacidad de llevar a cabo una mayor responsabilidad, dejar atrás la etapa anterior para ejercer roles diferentes, destinado a una vida laboral, dejar atrás la etapa estudiantil, para pasar a otra etapa importante en la vida, pasando por diferentes momentos, como la estabilidad de un empleo, las responsabilidades de un hogar, ser padre, etc. Según el testimonio de una persona que se encuentra en la etapa denominada adultez madura (85 años), el pensamiento del paso a la adultez es bastante diferente al de ahora. Tanto en la época de esta persona como la primera, ambos coinciden en que no se tenían las oportunidades que actualmente se dan con respecto a la educación, pues la mayoría de las personas abandonaban los estudios al llegar a una cierta edad, 14 años aproximadamente, para pasar al terreno laboral, pues los recursos económicos de la mayoría de las personas de clase media y baja obligaban a buscar recursos económicos para poder subsistir. Según exponen, sólo unos pocos eran los “privilegiados” de poseer una formación más allá de cierta edad, como hijos de ministros, gente pudiente, con recursos económicos más altos, etc. Asimismo, el porcentaje de analfabetismo era bastante alto. Por su parte, desde la perspectiva de una persona establecida en la etapa de adultez temprana (23 años), las cosas en este contexto han variado considerablemente. Hoy no es extraño encontrar personas de edad adulta avanzada cursar estudios y continuar su formación, así como personas que tuvieron que dejar los estudios por diversos motivos y ahora lo han vuelto a retomar. Ella misma continua estudiando una carrera, y afirma que continuará su formación, compaginándola con la vida laboral, pero no tiene pensamientos en abandonarla. Las oportunidades de otorgar una educación permanente se hace cada vez más relevante en nuestra sociedad, algo muy beneficioso, pues el mismo ritmo de la vida y de la sociedad conlleva a nuevos conocimientos y avances tecnológicos, y con ello, a la necesidad de formarse y renovarse continuamente. La educación de personas adultas se considera una formación básica y muy a la orden del día, y cada vez más necesaria, pues es muy importante poseer una educación permanente, es decir, una formación para toda la vida, con independencia a la edad.

1 comentario:

  1. muy buena informacion pero me podria decir el nombre del autor me ayudara en mis referencias sobre mi tesis

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